domingo, 27 de junio de 2010

La canción de autor siempre ha estado estigmatizada


Las personas luchan por sobrevivir y él les ruega que vivan, que no dejen que el sistema los engañe una vez más y les arrebate la dignidad. Ismael Serrano no ha podido evitar que la crisis económica y ética dicte su último trabajo. Siempre tuvo tiempo para gritar por las desgracias de los desiertos, por los expolios de las selvas, por las tragedias de los territorios ocupados o las ciudades perdidas en el mapa. Hoy lo sigue haciendo, pero presta especial atención a la tristeza española. El jueves trae su disco nuevo al Teatro Leal de La Laguna.

- Su nuevo disco se titula Acuérdate de vivir. ¿No es un reclamo difícil en unos tiempos en los que la mayoría de la gente se esfuerza por sobrevivir?

"Quizá ésa sea la razón del título, porque es difícil vivir, pero es urgente también. La lucha por la supervivencia hace que a veces ni siquiera reparemos en las condiciones en las que vivimos. Se trata de ser exigente con la realidad, de ser autocrítico y ser capaz de revisar hasta qué punto lo que hacemos en nuestra vida se parece a aquello con lo que soñamos. Es complicado, pero merece la pena intentarlo".

- ¿Echa en falta que la sociedad española salga a la calle a decir no a la forma en que los gobiernos, el de España en particular, está afrontando esta crisis?

"Sí, la opinión pública debería mostrar su disconformidad. Porque lo que revela el hecho de que se hayan adoptado las medidas que se han adoptado es que existe un grado de déficit democrático. La sensación que a uno le queda es que los gobernantes de este país han establecido su propio modelo económico y social después de que el sistema financiero, o el mercado, haya impuesto su chantaje y sus reglas. No sé quién ha demostrado que el detrimento de los derechos de los trabajadores hace que mejoren las condiciones en las que vivimos".

- En sus giras acostumbra a usar una frase de José Saramago: "En el mundo hay dos superpotencias, una es Estados Unidos; la otra eres tú, la opinión pública". Ahora que acaba de fallecer, ¿considera que su frase está vigente?

"Espero que así sea, lo que pasa es que la opinión pública, en términos generales, no es consciente de su capacidad para cambiar la realidad. Es una pena, porque en los momentos en los que estalló la crisis parecía que era otra la sensación. Se hablaba de cosas de las que hasta entonces era pecado hablar de ellas. Pero todo quedó en nada".

- ¿Cree que la figura del cantautor en España, siempre estigmatizada, puede resurgir con más fuerza ahora que la sociedad necesita más sentirse acompañada en sus tristezas?

"A veces me pregunto si este hecho es nuevo. En los 70 es verdad que la canción de autor tomó un gran protagonismo, pero porque había unas necesidades de cambio muy grandes y porque representaba un fenómeno social. No sé hasta qué punto siempre ha estado estigmatizada la canción de autor. Toda aquella persona que cuestione la realidad, cómo están conectadas las cosas... No parece estar bien visto... Pero sí es verdad que de un tiempo a esta parte la canción de autor está especialmente estigmatizada. Es porque que vivimos en un país en el que hay cierto pudor a definirse ideológicamente, a hacer ciertos cuestionamientos políticos. Y eso tiene que ver con nuestra historia, con el paradigma de las dos Españas, con ese empeño en la confrontación visceral, que no aporta mucho a cualquier debate".

- Hablando de esta falta de compromiso político Zapatero consiguió que una serie de artistas se alinearan con su proyecto; los artistas de la ceja. ¿Qué cree que pensarán ahora al ver como el Ejecutivo socialista tira por tierra muchas promesas sociales?

"Bueno, no lo sé. Yo no lo apoyé porque pertenezco a otro ámbito de la izquierda más exigente. No obstante, cada cual es libre de hacer lo que quiera. Hay gente que seguramente, con muy buena voluntad, creyó en su proyecto y le apoyó, es legítimo y normal. La putada es que en nuestro país no esté normalizado este tipo de cosas, que uno pueda adherirse a un partido y que no influya en tu futuro profesional. Ni para bien ni para mal, quiero decir".

- Recientemente viajó a Gaza a grabar un disco para ayudar a los niños que viven allí. Ahora, con el ataque a la flotilla humanitaria, se ha abierto un debate sobre si debería instaurarse un bloqueo contra Israel. ¿Considera que es un mecanismo efectivo a nivel político, a nivel ético y a nivel humano?

"Creo que más que un bloqueo, lo que hay que hacer es presionar de otra forma. Cualquier bloqueo afecta a la sociedad, a los ciudadanos, y pagan justos por pecadores. De lo que se trata es de exigir que se cumpla el Derecho Internacional y que se castigue penalmente cualquier delito en ese sentido. Las resoluciones de la ONU se incumplen constantemente. Lo que he visto en Palestina es que los incumplimientos se producen a diario y aquello es muy, muy duro".

- Silvio Rodríguez dijo recientemente que Cuba tiene que quitarle ya la letra r a la palabra revolución. ¿Cómo ha llegado alguien como él, exponente del movimiento, a este punto?

"Silvio tiene mucha razón. Yo creo en el derecho a la disidencia, siempre, aun cuando la disidencia defienda algo que está en las antípodas de lo que yo creo. También considero que si algo ha alimentado la situación que vive Cuba es el bloqueo, pero no ha sido todo. Es una situación muy difícil la que viven allí. Hay presos políticos y hay un déficit democrático evidente que, para los que creemos en la revolución cubana, para los que creemos que era un sueño maravilloso, resulta muy doloroso".

- Además de todas estas crisis que vive el mundo, la música lleva años sufriendo la suya propia. Cuando presentó su disco dio un concierto on line; en Santiago de Chile, a los que compraron la entrada para su recital se les regaló la descarga del cd; Bunbury va a ofrecer un concierto en 3D ¿La música está reinventándose para salir adelante?

"Sí, tiene que buscar apoyos en las nuevas tecnologías, pero las nuevas tecnologías tendrían que ser cómplices, una herramienta útil. Uno debe buscar esa complicidad, más aun sabiendo que cada vez es más difícil promocionar cierto tipo de música en los medios de comunicación convencionales. Deberían ser los aliados naturales, pero son cada vez más herméticos".

- Hay artistas que están optando por la autogestión. ¿Es una buena alternativa?

"Sí, es muy buena. Pero es muy difícil y costosa. Es una iniciativa muy valiente. Los amigos que tengo que han optado por la autogestión de sus trabajos son unos héroes. Uno cada vez va asumiendo más responsabilidades, más trabajo, y parece como si el estado de las cosas te empujara hacia ese lugar, pero añade dificultades logísticas".

- ¿Es necesario llegar al extremo de las desconexiones para acabar con las descargas ilegales en Internet?

"No, creo que hay que apelar a la responsabilidad de cada cual. Hay que ver quiénes son los que verdaderamente se benefician de esas descargas, quiénes se están enriqueciendo con ellas. Y si pensamos en ellos encontraremos a los verdaderos responsables para solucionar esto".

Temas sexistas

El Instituto Canario de la Mujer publicó hace muy poco un listado de canciones sexistas en el que se incluía desde temas de reggaeton hasta canciones de Operación Triunfo. Ismael Serrano tiene claro que es una "medida muy delicada". "Hay que tener especial cuidado con el sexismo en lo cotidiano, y es cierto que el reggaeton es excesivo, pero se trata de expresiones artísticas. Entonces, ¿Lolita [de Vladimir Nabokov] fomenta la pederastia? No me parece mal que se hable de ello, de hasta dónde hay que llegar. Pero deben buscarse los límites entre lo que es la pedagogía a la gente más joven, lo que es el sexismo, y lo que tiene que ser reprobable éticamente. Hay que separarlo las expresiones artísticas y la ficción de la realidad. Yo he escuchado canciones que me parecen aberrantes. Lo complicado es decidir qué es aberrante y qué no. Porque al final, el problema está en que existe una demanda para determinada música". Un desequilibrio fomentado por el consumo de masas que también ha afectado al hecho artístico en lo que se ha venido a denominar industria cultural.

DIARIO DE AVISOS.

viernes, 18 de junio de 2010

Ensayo sobre la ceguera


Se iluminó el disco amarillo. De los coches que se acercaban, dos aceleraron antes de que se encendiera la señal roja. En el indicador del paso de peatones apareció la silueta del hombre verde. La gente empezó a cruzar la calle pisando las franjas blancas pintadas en la capa negra de asfalto, nada hay que se parezca menos a la cebra, pero así llaman a este paso. Los conductores, impacientes, con el pie en el pedal del embrague, mantenían los coches en tensión, avanzando, retrocediendo, como caballos nerviosos que vieran la fusta alzada en el aire. Habían terminado ya de pasar los peatones, pero la luz verde que daba paso libre a los automóviles tardó aún unos segundos en alumbrarse. Hay quien sostiene que esta tardanza, aparentemente insignificante, multiplicada por los miles de semáforos existentes en la ciudad y por los cambios sucesivos de los tres colores de cada uno, es una de las causas de los atascos de circulación, o embotellamientos, si queremos utilizar la expresión común.

Al fin se encendió la señal verde y los coches arrancaron bruscamente, pero enseguida se advirtió que no todos habían arrancado. El primero de la fila de en medio está parado, tendrá un problema mecánico, se le habrá soltado el cable del acelerador, o se le agarrotó la palanca de la caja de velocidades, o una avería en el sistema hidráulico, un bloqueo de frenos, un fallo en el circuito eléctrico, a no ser que, simplemente, se haya quedado sin gasolina, no sería la primera vez que esto ocurre. El nuevo grupo de peatones que se está formando en las aceras ve al conductor inmovilizado braceando tras el parabrisas mientras los de los coches de atrás tocan frenéticos el claxon. Algunos conductores han saltado ya a la calzada, dispuestos a empujar al automóvil averiado hacia donde no moleste. Golpean impacientemente los cristales cerrados. El hombre que está dentro vuelve hacia ellos la cabeza, hacia un lado, hacia el otro, se ve que grita algo, por los movimientos de la boca se nota que repite una palabra, una no, dos, así es realmente, como sabremos cuando alguien, al fin, logre abrir una puerta, Estoy ciego.

Nadie lo diría. A primera vista, los ojos del hombre parecen sanos, el iris se presenta nítido, luminoso, la esclerótica blanca, compacta como porcelana. Los párpados muy abiertos, la piel de la cara crispada, las cejas, repentinamente revueltas, todo eso, cualquiera lo puede comprobar, son trastornos de la angustia. En un movimiento rápido, lo que estaba a la vista desapareció tras los puños cerrados del hombre, como si aún quisiera retener en el interior del cerebro la última imagen recogida, una luz roja, redonda, en un semáforo. Estoy ciego, estoy ciego, repetía con desesperación mientras le ayudaban a salir del coche, y las lágrimas, al brotar, tornaron más brillantes los ojos que él decía que estaban muertos. Eso se pasa, ya verá, eso se pasa enseguida, a veces son nervios, dijo una mujer. El semáforo había cambiado de color, algunos transeúntes curiosos se acercaban al grupo, y los conductores, allá atrás, que no sabían lo que estaba ocurriendo, protestaban contra lo que creían un accidente de tráfico vulgar, un faro roto, un guardabarros abollado, nada que justificara tanta confusión. Llamen a la policía, gritaban, saquen eso de ahí. El ciego imploraba, Por favor, que alguien me lleve a casa. La mujer que había hablado de nervios opinó que deberían llamar a una ambulancia, llevar a aquel pobre hombre al hospital, pero el ciego dijo que no, que no quería tanto, sólo quería que lo acompañaran hasta la puerta de la casa donde vivía, Está ahí al lado, me harían un gran favor, Y el coche, preguntó una voz. Otra voz respondió, La llave está ahí, en su sitio, podemos aparcarlo en la acera. No es necesario, intervino una tercera voz, yo conduciré el coche y llevo a este señor a su casa. Se oyeron murmullos de aprobación. El ciego notó que lo agarraban por el brazo, Venga, venga conmigo, decía la misma voz. Lo ayudaron a sentarse en el asiento de al lado del conductor, le abrocharon el cinturón de seguridad. No veo, no veo, murmuraba el hombre llorando, Dígame dónde vive, pidió el otro. Por las ventanillas del coche acechaban caras voraces, golosas de la novedad. El ciego alzó las manos ante los ojos, las movió, Nada, es como si estuviera en medio de una niebla espesa, es como si hubiera caído en un mar de leche, Pero la ceguera no es así, dijo el otro, la ceguera dicen que es negra, Pues yo lo veo todo blanco, A lo mejor tiene razón la mujer, será cosa de nervios, los nervios son el diablo, Yo sé muy bien lo que es esto, una desgracia, sí, una desgracia, Dígame dónde vive, por favor, al mismo tiempo se oyó que el motor se ponía en marcha. Balbuceando, como si la falta de visión hubiera debilitado su memoria, el ciego dio una dirección, luego dijo, No sé cómo voy a agradecérselo, y el otro respondió, Nada, hombre, no tiene importancia, hoy por ti, mañana por mí, nadie sabe lo que le espera, Tiene razón, quién me iba a decir a mí, cuando salí esta mañana de casa, que iba a ocurrirme una desgracia como ésta. Le sorprendió que continuaran parados, Por qué no avanzamos, preguntó, El semáforo está en rojo, respondió el otro, Ah, dijo el ciego, y empezó de nuevo a llorar. A partir de ahora no sabrá cuándo el semáforo se pone en rojo.

JOSÉ SARAMAGO.

jueves, 17 de junio de 2010

Molina "desnuda" su música


El cantautor canario Andrés Molina presentó el 26 de mayo su nuevo disco, Desnudo. Cerró también el círculo que, a voluntad, abrió en enero en La Laguna y devolvió así su trabajo al teatro Leal, el mismo recinto donde grabó -en directo y acompañado de amigos- este nuevo capítulo de su carrera. En la misma sala donde, hace un año, ensayaba con los músicos que le acompañan en la aventura, el artista presentó y cantó el resultado del "trabajo y el cariño de tantas personas".

En Desnudo, el creador de Yo también nací en el 63 se ha rodeado de muchos amigos. Unas amistades que han escrito algunos de los mejores renglones de la historia reciente de la música en castellano. Acompañan a Molina, en este nuevo disco: Luis Eduardo Aute, Ismael Serrano, Sole Giménez, Mestisay, Luisa Machado, Alberto Méndez, Eva de Goñi, Rogelio Botanz, Caco Senante, Javier Álvarez y Arístides Moreno.

"Estoy encantado de haber podido grabar este directo en el Leal que fue precisamente el sitio donde actué por primera vez. Recuerdo que se fue la luz en toda la ciudad y actuamos con velas en el escenario, fue mágico", recordaba ayer el intérprete.

Molina agradeció la ayuda prestada desde el Ayuntamiento de La Laguna y más concretamente la disposición del equipo del teatro de la calle La Carrera. "Este es mi primer disco en solitario desde hace muchos años. Mi manager fue el que me inspiró la necesidad de darle otros colores e incorporar nuevos arreglos a algunos de mis temas más conocidos. Cuando, finalmente, nos juntamos los músicos y yo, fue cuando todo empezó a tomar forma", explicó.

Un proyecto donde también se han incorporado nuevas canciones. "Aproximadamente el setenta por ciento del repertorio es de nueva creación. Cuatro canciones son de las antiguas, son como una forma de establecer un hilo conductor con lo que ha sido mi carrera. La idea era incorporar una parte representativa de mi repertorio y, al mismo tiempo, darles a estas canciones un tratamiento distinto", explicó.

El nuevo disco, firmado por Tribalia Producciones, cuenta también con el apoyo del Gobierno de Canarias y de la SGAE. En breve, anunciaron los responsables del proyecto, empezará la campaña de promoción del trabajo por varios puntos de la Península. "Creo que en Desnudo hay mucha magia y por eso estoy tranquilo. Ahora queremos darle proyección nacional e internacional. Hacia el mes de octubre editaremos un libro-cd con más de 50 páginas que incluirán once poemas y los textos de las canciones comentados. Esperamos viajar también hasta México, Cuba y Argentina", adelantó el cantautor lagunero.

En el acto también estuvieron presentes el alcalde de La Laguna, Fernando Clavijo, y la concejal de Cultura del consistorio de Aguere, Julia Dorta. Ambos alabaron la trayectoria de Molina y se felicitaron por haber albergado la grabación de su nuevo proyecto discográfico. El cantautor, por su parte, prometió llevar las nuevas canciones por varios puntos de las Islas y Clavijo, mientras, no descartó la posibilidad de que Desnudo vuelva a sonar en breve en el Leal.

LA OPINIÓN DE TENERIFE.

martes, 1 de junio de 2010

Nacer mujer en China


Una mañana temprana de la primavera de 1989, yo atravesaba las calles de Nanjing montada en mi bicicleta Flying Pigeon, soñando despierta con mi hijo PanPan. Los brotes verdes de los árboles, las nubes de aliento escarchado que envolvían a los demás ciclistas, los pañuelos de seda de las mujeres ondeando al viento primaveral, todo ello se fundía con los pensamientos dedicados a mi hijo. Lo estaba criando sola, sin la ayuda de un hombre, y no resultaba nada fácil cuidar de él siendo una madre trabajadora. Sin embargo, no importa el viaje que emprendiera, fuera éste largo o corto, aun durante los rápidos paseos al trabajo, él siempre me acompañaba en el alma y me daba ánimos para seguir adelante.

-¡Eh, pez gordo de la radio, mira por dónde vas!- me gritó un colega cuando entré dando tumbos al recinto de la emisora de radio y televisión en la que trabajaba.

Había dos agentes de policía apostados en la verja. Les mostré mi pase. Una vez dentro, tendría que enfrentarme a otros guardias de seguridad en las entradas de las oficinas y los estudios. La seguridad de la emisora era extremadamente estricta y los empleados recelábamos de los guardias. Circulaba una historia acerca de uno nuevo que se había quedado dormido estando de guardia por la noche y que se puso tan nervioso que mató al compañero que lo había despertado.

Mi oficina se encontraba en la planta dieciséis del imponente edificio moderno de veintiún pisos. Yo prefería subir por las escaleras en lugar de arriesgarme a coger el poco fiable ascensor, que solía estropearse con frecuencia. Cuando llegué a mi mesa, descubrí que me había dejado la llave de la bicicleta en la cerradura. Un colega se apiadó de mí y se ofreció a llamar al guardia de la verja. La cosa no era tan fácil como puede parecer, pues ningún empleado subalterno disponía de un teléfono, y mi colega tendría que acercarse a la oficina del jefe de sección para hacer la llamada. Al final, no obstante, alguien me trajo la llave y el correo. Enseguida me llamó la atención una carta: el sobre estaba hecho con la tapa de un libro y llevaba pegada una pluma de pollo. Según la tradición china, una pluma de pollo es una señal urgente de aflicción.

El remitente de la carta era un joven que la había enviado desde una aldea a unos doscientos kilómetros de Nanjing. La carta decía así:


Muy estimada Xinran:

Escucho todos tus programas. De hecho, todos los habitantes de mi aldea disfrutan escuchándolos. Pero el motivo de mi carta no es contarte lo buenos que son tus programas; te escribo para contarte un secreto.

No es realmente un secreto, porque todo el mundo en la aldea lo sabe. En la aldea hay un anciano lisiado de sesenta años que recientemente compró una joven esposa. La muchacha parece muy joven. Creo que la han secuestrado. Ocurre con cierta frecuencia por aquí, pero muchas de las chicas suelen escaparse más tarde. El anciano teme que su esposa se escape y la tiene atada con una gruesa cadena de hierro. Su cintura está en carne viva por el roce con la pesada cadena: la sangre se ha filtrado a través de sus ropas. Creo que eso la matará. Por favor, sálvala.

Hagas lo que hagas, no menciones mi carta en la radio. Si los aldeanos lo descubren, expulsarán a mi familia.

Espero que tu programa sea cada vez mejor.

Tu leal oyente,
ZHANG XIAOSHUAN


XINRAN XUE.