lunes, 14 de diciembre de 2009

La elegancia del erizo


-Marx cambia por completo mi visión del mundo -me ha declarado esta mañana el niño de los Pallières, que no suele dirigirme nunca la palabra.

Antoine Pallières, próspero heredero de un antigua dinastía industrial, es el hijo de una de las ocho familias para quienes trabajo. Último bufido de la gran burguesía de negocios -la cual no se reproduce más que a golpe de hipidos limpios y sin vicios-, resplandecía sin embargo de felicidad por su descubrimiento y me lo narraba por puro reflejo, sin pensar siquiera que yo pudiera estar enterándome de algo. ¿Qué pueden comprender las masas trabajadoras de la obra de Marx? Su lectura es ardua; su lenguaje, culto; su prosa, sutil; y su tesis, compleja.

Y entonces por poco me delato como una tonta.

-Deberías leer "La ideología alemana" -le digo a ese papanatas con trenca color verde pino.

Para comprender a Marx y comprender por qué está equivocado, hay que leer "La ideología alemana". Es la base antropológica a partir de la cual se construirán todas las exhortaciones a un mundo nuevo, y sobre la que reposa una certeza esencial: los hombres, a quienes pierde el deseo, harían bien en limitarse a sus necesidades. En un mundo en el que se amordace la "hibris" del deseo podrá nacer una organización social nueva, despojada de luchas, opresiones y jerarquías deletéreas.

-Quien siembra deseo, recoge opresión -a punto estoy de murmurar como si sólo me escuchara mi gato.

Pero Antoine Pallières, cuyo repugnante y embrionario bigote nada tiene de felino, me mira desconcertado por mis extrañas palabras. Como siempre, me salva la incapacidad que tienen los seres de dar crédito a todo aquello que hace añicos los marcos que compartimentan sus mezquinos hábitos mentales. Una portera no lee "La ideología alemana" y, por lo tanto, no podría de ninguna manera citar la undécima tesis sobre Feuerbach. Por añadidura, una portera que lee a Marx, a la fuerza lo que le interesa tiene que ser la subversión, y le vende el alma a un diablo llamado CGT. Que pueda leer a Marx para elevar su espíritu es una incongruencia que ningún burgués llega a concebir siquiera.

-Saluda a tu madre de mi parte -mascullo, cerrándole la puerta en las narices, con la esperanza de que la fuerza de prejuicios milenarios cubra la disfonía de ambas frases.



MURIEL BARBERY.

2 comentarios:

  1. A mí me encantó. Lo leí hace tiempo y todavía recuerdo perfectamente a cada uno de los personajes. Me da un poco de miedo ver la película por si me decepciona. Te dejo un enlace que encontré por si te sirve.

    http://www.elpais.com/articulo/cultura/personajes/solitarios/Muriel/Barbery/elpepucul/20071005elpepicul_8/Tes

    Un beso.

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